Eva y las fieras by Antonio Ungar

autor:Antonio Ungar [Ungar, Antonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2021-10-01T00:00:00+00:00

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El futuro inmediato de Eva y del bachiller Andrés no fue así, como se lo habrían imaginado puestos a adivinar. Fue un poco mejor, a diferencia del futuro lejano. En los meses antes del final no se desnudaron juntos, como habrían querido, nunca se tocaron, pero tampoco pudieron dejar de hablar. De hablar, solamente. El encuentro de las cervezas y el pasto salvaje que crecía detrás de la casa se les volvió un ritual, uno pequeñísimo, humilde, resignado, que se llevaba a cabo cada vez que Ochoa salía del pueblo, cada dos o tres semanas. Ella le habló de sus necesidades, de su amor por Abril, él le contó acerca de su única novia, una niña del colegio convencida de que él, el hijo del político más importante, acabaría casándose con ella y haciéndola algo así como la primera dama de la región. Ella le aconsejó que usara condón. Él le aconsejó que nunca dejara de salir a los ríos.

Los dos hablaron de lo que leían, que no era poco. Novelas de terror, de ciencia ficción, novelas pornográficas. Ella además los escritores latinoamericanos que le caían en las manos. Ninguno de los dos sabía cómo hablar de libros, pero sentían la suficiente confianza mutua como para equivocarse juntos. En cada encuentro Eva confirmaba lo que sabía desde el principio, y Andrés creía estar aprendiéndolo: esa tensión sexual, toda esa energía contenida y convertida en palabras y acciones no sexuales, era mucho mejor que el sexo mismo.

Para evitar mirarla borracho, para evitar hacer alguna estupidez, Andrés no volvió al Caney los viernes ni los sábados. Armó un grupo de apostadores entre los que estaba el dueño de uno de los comederos y el mayor de la policía y se dedicó a jugar al póquer con ellos y con sus mejores amigos del colegio, bebiendo y comiendo gratis. Era más que suficiente. No perdían ni ganaban demasiado, se sentían más viejos de lo que eran y volvían a sus casas a las cuatro o cinco de la mañana, siempre felices.

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